SEMANA DEL 22 AL 26 DE MARZO. PRÁCTICAS DEL LENGUAJE Y CS. SOCIALES/ SEÑO NATALIA

 QUERIDOS CHICOS/AS: AQUÍ PRESENTO LAS ACTIVIDADES QUE VAMOS A TRABAJAR DURANTE ESTA SEMANA. NO HACE FALTA QUE LAS REALICEN EN CASA   PORQUE LAS  VAMOS A COMPLETAR  EN CLASES PRESENCIALES. (EL JUEVES 25/03 Y EL VIERNES 26/03). SI EL DÍA QUE ASISTEN A LA ESCUELA NO LLEGAN A TERMINAR, ENTONCES SÍ LAS CULMINAN EN SU CASA. 

LA BURBUJA 1 DEL  MIÉRCOLES, COMO ES FERIADO, NO VA  A TENER CLASES PRESENCIALES. ESTE GRUPO SÍ  DEBE COPIAR Y TRABAJAR CON LAS ACTIVIDADES, REALIZANDO CONSULTAS SI ES NECESARIO. 

TAMBIÉN ESTÁ LA CLASE POR ZOOM PARA QUE LOS QUE NO PUDIERON PARTICIPAR, DE ESTA MANERA   PUEDEN SABER  DE QUÉ SE TRATÓ.

LO QUE SE PRESENTA EN COLOR, NO HACE FALTA COPIARLO, SON TEXTOS O EXPLICACIONES QUE PRESENTO PARA QUE SE ENTIENDA LA ACTIVIDAD. 

LAS CONSIGNAS EN COLOR NEGRO (TÍTULOS, FECHAS, CONSIGNAS) DEBEN COPIARSE. 

SALUDOS Y CUALQUIER DUDA ME CONSULTAN!!  SEÑO NATALIA



 Clase por zoom 6° “C” y “D”    (15:30 hs.)             

22/03/2021

Prácticas del Lenguaje.

A 45 AÑOS DEL ÚLTIMO GOLPE DE ESTADO….

1)      LECTURA DEL CUENTO: “EL CASO GASPAR” DE ELSA BORNEMANN. (si tienen  la copia, la pegan en la carpeta).


«Aburrido de recorrer la ciudad con su valija a cuestas para vender -por lo menos- doce manteles diarios, harto de gastar suelas, cansado de usar los pies, Gaspar decidió caminar sobre las manos. Desde ese momento, todos los feriados del mes se los pasó encerrado en el altillo de su casa, practicando posturas frente al espejo. Al principio, le costó bastante esfuerzo mantenerse en equilibrio con las piernas para arriba, pero al cabo de reiteradas pruebas el buen muchacho logró marchar del revés con asombrosa habilidad. Una vez conseguido esto, dedicó todo su empeño para desplazarse sosteniendo la valija con cualquiera de sus pies descalzos. Pronto pudo hacerlo y su destreza lo alentó: -¡desde hoy, basta de zapatos! ¡Saldré a vender mis manteles caminando sobre las manos!- exclamó Gaspar una mañana, mientras desayunaba. Y -dicho y hecho- se dispuso a iniciar esa jornada de trabajo andando sobre las manos. 

     Su vecina barría la vereda cuando lo vio salir. Gaspar la saludó al pasar, quitándose caballerosamente la galera:              – Buenos días, doña Ramona. ¿Qué tal los canarios? 

     Pero como la señora permaneció boquiabierta, el muchacho volvió a colocarse la galera y dobló la esquina. Para no fatigarse, colgaba un rato de su pie izquierdo y otro del derecho la valija con los manteles, mientras hacía complicadas contorsiones a fin de alcanzar los timbres de las casas sin ponerse de pie.

    Lamentablemente, a pesar de su entusiasmo, esa mañana no vendió ni siquiera un mantel. ¡Ninguna persona confiaba en ese vendedor domiciliario que se presentaba caminando sobre las manos! 

     – Me rechazan porque soy el primero que se atreve a cambiar la costumbre de marchar sobre las piernas… Si supieran qué distinto se ve el mundo de esta manera, me imitarían… Paciencia… Ya impondré la moda de caminar sobre las manos… -pensó Gaspar, y se aprestó a cruzar una amplia avenida. 

     Nunca lo hubiera hecho: ya era el mediodía… los autos circulaban casi pegados unos contra otros. Cientos de personas transitaban apuradas de aquí para allá. 

     – ¡Cuidado! ¡Un loco suelto! -gritaron a coro al ver a Gaspar. El muchacho las escuchó divertido y siguió atravesando la avenida sobre sus manos, lo más campante. – ¿Loco yo? Bah, opiniones… 

     Pero la gente se aglomeró de inmediato a su alrededor y los vehículos lo aturdieron con sus bocinazos, tratando de deshacer el atascamiento que había provocado con su singular manera de caminar. En un instante, tres vigilantes lo rodearon: 

 



 

       -Está detenido -aseguró uno de ellos, tomándolo de las rodillas, mientras los otros dos se comunicaban por radioteléfono con el Departamento Central de Policía. ¡Pobre Gaspar! Un camión celular lo condujo a la comisaría más próxima, y allí fue interrogado por innumerables policías: 

      – ¿Por qué camina con las manos? ¡Es muy sospechoso! ¿Qué oculta en esos guantes? ¡Confíese! ¡Hable! 

      Ese día, los ladrones de la ciudad asaltaron los bancos con absoluta tranquilidad: toda la policía estaba ocupadísima con el «Caso Gaspar -sujeto sospechoso que marcha sobre las manos». 

A pesar de que no sabía qué hacer para salir de esa difícil situación, el muchacho mantenía la calma y -¡sorprendente!- continuaba haciendo equilibrio sobre sus manos ante la furiosa mirada de tantos vigilantes. Finalmente se le ocurrió preguntar: 

 – ¿Está prohibido caminar sobre las manos? El jefe de policía tragó saliva y le repitió la pregunta al comisario número 1, el comisario número 1 se la transmitió al número 2, el número dos al número 3, el número 3 al número 4… En un momento, todo el Departamento Central de Policía se preguntaba: ¿ESTA PROHIBIDO CAMINAR SOBRE LAS MANOS? Y por más que buscaron en pilas de libros durante varias horas, esa prohibición no apareció. No, señor. ¡No existía ninguna ley que prohibiera marchar sobre las manos ni tampoco otra que obligara a usar exclusivamente los pies! 

  Así fue como Gaspar recobró la libertad de hacer lo que se le antojara, siempre que no molestara a los demás con su conducta. Radiante, volvió a salir a la calle andando sobre las manos. Y por la calle debe encontrarse en este momento, con sus guantes, su galera y su valija, ofreciendo manteles a domicilio…

   ¡Y caminando sobre las manos! «

  

 TAMBIÉN PUEDEN ESCUCHARLO..



A partir del 24 de marzo de 1976 hubo muchas prohibiciones en la Argentina. Aunque no puedas creerlo se prohibieron también algunos cuentos para niños y niñas. No se podían editar, ni vender, ESTABA PROHIBIDO leerlos en las casas y en las escuelas.

Uno de los libros prohibidos fue el  que acabamos de leer: “El caso Gaspar” del libro de Elsa Bornemann, UN ELEFANTE OCUPA MUCHO ESPACIO.



Para analizar después de la lectura.

• Piensen y comenten  con sus compañeros y docente- no deben  escribirlo en la carpeta.

• ¿Por qué será “un caso”?, ¿Qué decisión tomó Gaspar libremente?

 • ¿A quién o quiénes podría molestarle esta historia? ¿Por qué?

 • ¿Qué ideas pueden haber querido censurar los dictadores?

 • ¿Qué piensan  sobre que un gobierno pueda prohibir libros?

• ¿Qué piensan sobre el final del cuento:  Así fue como Gaspar recobró la libertad de hacer lo que se le antojara, siempre que no molestara a los demás con su conducta?


También observen  el video: 



“La quema de libros en Sarandí”

Actividad para realizar en la carpeta.

• ¿QUÉ ES PARA USTEDES LA CENSURA?


* ¿QUÉ OPINIÓN MERECE EL HECHO DE CENSURAR IDEAS?



Clase presencial

25/03/2021

Ciencias Sociales

24 de marzo “Día  Nacional de la memoria, por la verdad y la justicia”

Observen el video: “En la calle, la historia: 24 de marzo” de Canal Encuentro





Luego del video se genera un espacio de debate: ¿Qué se observa en las calles?, ¿por qué creen que llama la atención o se destaca esa “normalidad”?, ¿qué ocurrió con las sedes de partidos políticos y sindicatos?, ¿saben algo sobre la historia de Isauro Arancibia? Se introduce ese nombre en el debate.



La censura en la dictadura militar.

 

    El 24 de marzo se cumple un nuevo aniversario del golpe de Estado de 1976. Pasaron 45 años desde el día en que los militares destituyeron a los gobernantes elegidos democráticamente y tomaron el poder por la fuerza. Es cierto que  en nuestro país había desorden, crisis económica y algunos grupos armados atentaban contra otras personas, pero eso no justificó lo que vino después.  Durante los casi 8 años en que los militares gobernaron la Argentina la sociedad estuvo privada de muchos de sus derechos. Estaba prohibido reunirse, organizar manifestaciones, huelgas y no había libertad de expresión. Antes de publicar un libro, una noticia, estrenar una película, una obra de teatro, etc. el gobierno aplicaba la censura previa. Esto significa que si a las autoridades les parecía que no se debían publicar, los prohibían.



Respondan:

1)      ¿Cómo tomó el pueblo el golpe de estado de 1976?, ¿por qué creen que eso sucedió?

2)      ¿Cuál era el motivo por el cual los militares usaban la censura?

3)      ¿Por qué se dice que hay que tener “MEMORIA”?


26/03/2021

Prácticas del lenguaje.

A pesar de la censura…

Aunque hubo muchos cuentos censurados, muchas maestras y maestros decidieron seguir leyendo a sus alumnos esos títulos.

Uno de esos maestros es Paulino Guarido.

Los  invito a leer su testimonio:


 


Testimonio de Paulino Guarido, un maestro

 

“Siempre me gustó ser maestro de Primer Grado, bueno, en general trabajar con los más chicos. Así como también me gusta narrarles o leerles buena literatura.

 

Cuando comencé a trabajar como maestro ya se había producido el golpe militar¹ y no era sencillo transitar por la vida cuando se tenían ideas muy pero muy diferentes a las de ese gobierno que, dicho sea de paso, nadie había elegido. La escuela, por supuesto, no escapaba de esta situación.

 

Me acuerdo que entre los maestros —en los recreos o arriba del colectivo— intercambiábamos ideas, textos para leer nosotros como adultos y para leerles  a los chicos. Lógicamente no con todos los maestros; pero no por egoístas, sino porque había maestros —como otras tantas personas— que pensaban que lo que estaba pasando estaba bien, que era necesario

 

Bueno, lo cierto es que yo me había enamorado de dos cuentos: “La planta de Bartolo” de Laura Devetach y “Un elefante ocupa mucho espacio” de Elsa Bornemann. Un día comenzó a correr de boca en boca, en las escuelas, en el sindicato y en algunas librerías, que había una lista de libros prohibidos. Después, con el tiempo, nos enteramos que la lista estaba escrita, que amenazaban a los autores, que se quemaban los libros. Sin embargo, mientras tanto, yo quería que mis pibes disfrutaran de esta literatura; que conocieran a Bartolo, ese pibe tan pero tan solidario. 

 

Entonces, para no meterme en problemas, lo que hacía era escribir en un cuaderno —en el cual los maestros teníamos que escribir lo que íbamos a enseñar día por día— nombres de otros cuentos, o cambiarle el autor o modificar el título. Había que tratar, además, que no quedara nada escrito, ni siquiera dibujos. Los que lo hacíamos —porque con el tiempo también nos enteramos que muchos compañeros hacían cosas parecidas— era intentar que eso quedara en la memoria y en el corazón de nuestros pibes. Fue la forma que muchos encontramos para no traicionar nuestros ideales y, a la vez, cuidarnos entre todos.

 

¡Cómo me gustaría que alguno de esos pibes que ahora son padres leyeran esto! Solamente para que sepan que a pesar del miedo nosotros manteníamos nuestros ideales. Y que gracias a poder vencer algunos miedos hoy Bartolo se encuentra vivito y coleando”

 

       Paulino Guarido. Testimonio tomado de la revista La Educación en nuestras manos N° 75 (Buenos Aires, SUTEBA, marzo de 2006).




Para pensar y responder…

   • ¿Por qué Paulino siguió leyendo a sus alumnos/as los cuentos prohibidos?

 • ¿Cómo hacía para evitar los peligros de leer estos cuentos en la dictadura?

ü  LES PROPONGO    LEER EL CUENTO: “LA PLANTA DE BARTOLO”  DE LAURA DEVETACH, PARA QUE,   TAL COMO HICIERON  CON “EL CASO GASPAR”, ANALICEN Y EXPLIQUEN  POR QUÉ ESTE CUENTO TAMBIÉN FUE PROHIBIDO.

 


La planta de Bartolo

 

El buen Bartolo sembró un día un cuaderno en un macetón. Lo regó, lo puso al calor del sol, y cuando menos lo esperaba, ¡trácate!, brotó una planta tiernita con hojas de todos colores.

Pronto la plantita comenzó a dar cuadernos. Eran cuadernos hermosísimos, como esos que gustan a los chicos. De tapas duras con muchas hojas muy blancas que invitaban a hacer sumas y restas y dibujitos.

Bartolo palmoteó siete veces de contento y dijo:

 —Ahora, ¡todos los chicos tendrán cuadernos!

¡Pobrecitos los chicos del pueblo! Estaban tan caros los cuadernos que las mamás, en lugar de alegrarse porque escribían mucho y los iban terminando, se enojaban y les decían:

— ¡Ya terminaste otro cuaderno! ¡Con lo que valen!

 

Y los pobres chicos no sabían qué hacer. Bartolo salió a la calle y haciendo bocina con sus enormes manos de tierra gritó:

— ¡Chicos!, ¡tengo cuadernos, cuadernos lindos para todos! ¡El que quiera cuadernos nuevos que venga a ver mi planta de cuadernos!

Una bandada de parloteos y murmullos llenó inmediatamente la casita del buen Bartolo y todos los chicos salieron brincando con un cuaderno nuevo debajo del brazo.

Y así pasó que cada vez que acababan uno, Bartolo les daba otro y ellos escribían y aprendían con muchísimo gusto.

Pero, una piedra muy dura vino a caer en medio de la felicidad de Bartolo y los chicos. El Vendedor de Cuadernos se enojó como no sé qué.

Un día, fumando su largo cigarro, fue caminando pesadamente hasta la casa de Bartolo. Golpeó la puerta con sus manos llenas de anillos de oro: ¡Toco toc! ¡Toco toc!

—Bartolo —le dijo con falsa sonrisa atabacada—, vengo a comprarte tu planta de hacer cuadernos. Te daré por ella un tren lleno de chocolate y un millón de pelotitas de colores.

—No —dijo Bartolo mientras comía un rico pedacito de pan.

— ¿No? Te daré entonces una bicicleta de oro y doscientos arbolitos de navidad.

—No.

—Un circo con seis payasos, una plaza llena de hamacas y toboganes.

—No.

—Una ciudad llena de caramelos con la luna de naranja.

—No

— ¿Qué querés entonces por tu planta de cuadernos?

—Nada. No la vendo.

— ¿Por qué sos así conmigo?

—Porque los cuadernos no son para vender sino para que los chicos trabajen tranquilos.

—Te nombraré Gran Vendedor de Lápices y serás tan rico como yo.

—No.

—Pues entonces —rugió con su gran boca negra de horno—, ¡te quitaré la planta de cuadernos!

—y se fue echando humo como la locomotora.

Al rato volvió con los soldaditos azules de la policía.

— ¡Sáquenle la planta de cuadernos! —ordenó.

Los soldaditos azules iban a obedecerle cuando llegaron todos los chicos silbando y gritando, y también llegaron los pajaritos y los conejitos.

Todos rodearon con grandes risas al vendedor de cuadernos y cantaron “arroz con leche”, mientras los pajaritos y los conejitos le desprendían los tiradores y le sacaban los pantalones.

Tanto y tanto se rieron los chicos al ver al Vendedor con sus calzoncillos colorados, gritando como un loco, que tuvieron que sentarse a descansar.

— ¡Buen negocio en otra parte! —gritó Bartolo secándose los ojos, mientras el Vendedor, tan colorado como sus calzoncillos, se iba a la carrera hacia el lugar solitario donde los vientos van a dormir cuando no trabajan.

                                                                       LAURA DEVETACH, en el libro "La torre de cubos"


 


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