MUJERES DE LA INDEPENDENCIA.
Área:
Plástica SEGUNDO CICLÓ -EP- 70-----2021
PROF: GLADYS FLEITAS. 6° C Y D
T.T
TEORICO: Con
motivo del 9 de julio estaremos enfocados en estas cuatro mujeres.
1)
Quienes fueron estas mujeres y que aportaron en la lucha por la
independencia cada una de ellas.
2)
Realizar una interpretación de época en la actualidad.
3)
Tomar una de ellas y hacer una
comparación 2021 en este contexto.
Material de investigación
Cuatro mujeres, entre
muchas, que se abrieron paso en el relato histórico sobre las luchas
emancipadoras en Latinoamérica: Juana Azurduy. María Remedios del Valle. María
Magdalena, Güemes. Mariquita, Sánchez de Thompson.
Gesta
libertadora
Guerra de
la independencia .4 historias de mujeres” VALIENTES”
Fueron
espías, enfermeras, soldados lavanderas, Miles de mujeres hicieron propios los
desafíos de su tiempo y contribuyeron de
manera fundamental en la causa por la independencia. De cara al 9 de julio
desde las, distintas áreas se tratarán de rescatar la lucha de estos cuatros
mujeres.
El Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816 aprobó la Declaración de la
Independencia de las Provincias Unidas en Sud América del rey Fernando VII, sus
sucesores, metrópoli y de toda otra dominación extranjera. La
independencia significó, para las Provincias Unidas del Río de La Plata, la
separación definitiva de la Corona española y el camino hacia la formación del
Estado Nacional, que se concretó con la sanción de la Constitución Nacional
Argentina de 1853.
Cuando se recuerda la guerra por la independencia nos imaginamos campos
de batalla poblados de hombres. Sin embargo, miles de mujeres asumieron
diferentes roles en la gesta libertadora. Fueron espías, enfermeras,
soldados, lavanderas. Desde el barro de los combates u otros espacios hicieron
propios los desafíos de su tiempo y contribuyeron de manera fundamental en la
causa por la independencia.
En 1810, la primera expedición por la independencia partió, desde Buenos
Aires, hacia el Alto Perú, entre las filas de hombres iba una mujer liberta, de
origen africano, que acompañaba a su marido y a sus dos hijos. Se llamaba María
Remedios Del Valle. Por su inigualable contribución a los ideales de libertad
el general Gregorio Aráoz de Lamadrid no dudó en decir que esta mujer merecía
ser nombrada como "la Madre de La Patria". María luchó en las
batallas más resonantes por la independencia, combatió en Huaqui, estuvo
junto a Belgrano -quien la nombró capitana- en los triunfos de Tucumán y Salta
y en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.
María Remedios del Valle, de origen africano, peleó a las órdenes de
Manuel Belgrano.
En los combates recibió seis heridas de bala. Atendió y
alimentó a los heridos a la vez que perdió en el campo de batalla a su esposo y
a sus hijos. ¿Qué más podía entregar o qué más era posible perder? Sin embargo,
en cuestiones de guerra el sufrimiento humano no tiene límites: María cayó
prisionera durante la batalla de Ayohuma, fue azotada públicamente por nueve
días. Finalmente, logró escapar.
Cuando "la parda", como le decían, volvió a Buenos
Aires, el Estado había dejado de pagarle el sueldo de capitana. María
deambulaba por las calles vendiendo pasteles y pidiendo limosna. La historia
cuenta que, cierto día, Juan José Viamonte la reconoció en la puerta de una
iglesia y exclamó: "Es la capitana, la Madre de la Patria". El
diputado empezó las gestiones para que se hiciera justicia con María.
Finalmente, en 1828, la Sala de Representantes le concedió el sueldo de capitán
de Infantería. Cobraría la suma de 30 pesos al mes, un salario miserable
teniendo en cuenta que un kilo de yerba costaba aproximadamente 70 centavos. Si
bien se pensaron algunos proyectos para reivindicar a la Madre de La Patria, lo
cierto es que pasaron al olvido.
María Magdalena Güemes: espía y mediadora
Con una madre descendiente de conquistadores y un padre funcionario de
la Corona española, Macacha, como le decían, hermana del conocido caudillo
Martín Miguel de Güemes, formaba parte del exclusivo círculo de la
élite salteña. Las fuentes históricas coinciden en destacar la unión de los
hermanos, desde la infancia y por el resto de sus vidas. Juntos se involucraron
en la gesta de la independencia. Los "infernales" de Güemes eran el
ejército de gauchos que los hermanos organizaron y sumaron a la causa.
María se convirtió en una experta espía: con otras mujeres
coordinaban arriesgadas misiones de inteligencia. Es sabido que escondían en
sus vestidos mensajes con información sobre los realistas que hacían llegar al
ejército. Este equipo de espionaje popular fue muy eficaz en complicarle la
vida al enemigo.
Cuando, en 1815, Martín de Güemes fue elegido, por voluntad popular,
gobernador de Salta, Macacha se convirtió en el verdadero ministro de su
hermano, intervenía en los actos públicos, en los asuntos de guerra,
montando a caballo y arengando a las tropas.
En 1816, ante el conflicto entre José Rondeau y Martín de Güemes que
estaban a punto de enfrentarse, Macacha actuó como mediadora. A
raíz de la conciliación se firmó la "Paz de los Cerrillos", en el que
se estableció que Salta seguiría con sus métodos de guerra gaucha bajo la
conducción de Güemes y brindaría auxilio a las tropas enviadas desde Buenos
Aires.
Macacha adhirió al partido federal, y siguió participando de la política
hasta 1840.
ana Azurduy: la guerrera
El hogar de los Azurduy, en una hacienda cerca de Chuquisaca (hoy,
Bolivia), no estaba formado por un matrimonio convencional propio de la época
colonial. Matías Azurduy provenía de una familia española con privilegios y se
había casado con Eulalia Bermudes, de sangre mestiza. En el invierno de 1780 se
convirtieron en los padres de Juana, quien desde muy joven abrazaría
las causas revolucionarias.
Juana Azurduy.
La pequeña Juana quedó huérfana a los 7 años, entonces, pasó
al cuidado de sus tíos. Durante un tiempo estuvo internada en un convento de
monjas, pero por su carácter rebelde fue expulsada. En 1805 se casó con el
hacendado Ascencio Padilla, vecino de las tierras de Juana. Eran tiempos
felices, pero los dos querían luchar por la libertad, por eso, sus vidas
fueron tan turbulentas como dramáticas. El matrimonio, muy pronto, se perfiló
como revolucionario durante las rebeliones de Chuquisaca y La Paz, actual
Bolivia (en ese entonces territorio del Virreinato del Río de La Plata).
Mientras tanto, en 1810, en Buenos Aires, capital del virreinato, se
concretaba la Revolución de Mayo. Ese mismo año se inició la guerra por la
independencia de las Provincias Unidas del Río de La Plata. Fue así que, cuando
las tropas de Balcarce llegaron al Alto Perú para combatir con los realistas
(españoles) en Suipacha, la pareja de caudillos Padilla Azurduy se sumó a la
causa independentista en esta batalla, que fue el primer triunfo de las fuerzas
revolucionarias.
En los campos de batalla
La historia de Juana demuestra el importante, y activo, rol de las
mujeres en el proceso por la independencia. Continuando con sus actos heroicos,
luchó en la dura derrota de Huaqui (1811), y después de este combate fue
prisionera de guerra junto a sus hijos, luego rescatados por su esposo. La
casa, bienes y tierras de los Padilla fueron confiscados por los realistas.
Luego siguió combatiendo bajo las órdenes de Belgrano. Juana organizó el
"Batallón de Leales" con el que participó en la derrota de Ayohuma.
Tal fue el papel preponderante de esta guerrera que Belgrano, en
reconocimiento a su lucha incansable, le entregó su sable, luego del triunfo en
el combate del Villar (1816). El gobierno de Buenos Aires, a
instancias de Belgrano, la asciende a teniente coronela, la única mujer
que recibió este honor por parte del Ejército Argentino.
Juana, con su chaqueta roja de franjas doradas y sombrero con plumas
azules y blancas, luchó en el barro de los campos de batalla por la defensa de
la patria mientras lo iba perdiendo todo; sus cuatro hijos murieron
durante las crueldades de la guerra. Estaba embarazada de su quinto hijo
cuando fue herida y cayó prisionera en el combate de La Laguna. Su marido logró
rescatarla, pero a él le costó la vida.
Finalmente, ante el nuevo escenario militar de abandonar la ruta
altoperuana Azurduy se une al caudillo Juan Martín de Güemes, y a la muerte de
éste Juana vivió el resto de sus días en la pobreza. La Flor del Alto Perú,
como la bautizó la canción con la voz de Mercedes Sosa, igual que tantas otras
mujeres (y hombres) indispensables de nuestra historia nacional, conoció la
ingratitud de ofrecerlo todo sin recibir un reconocimiento justo.
Mariquita Sánchez
de Thompson: una mujer que peleó por sus derechos a los 14 años
No todas las mujeres destacadas de esta época lucharon en los campos de
batalla. María Josefa Sánchez ejerció su influencia desde la comodidad
aristocrática de su casa. Mariquita es bien conocida porque la tradición
histórica atribuye que en su casa se cantó por primera vez, el 14 de
mayo de 1813, el Himno Nacional Argentino, con letra de Vicente López y Planes
y música de Blas Parera. Existen dudas al respecto, aunque el relato
tradicional ha quedado en la memoria colectiva.
El himno se "estrenó" en casa de Mariquita Sánchez de Thompson
el 14 de mayo de 1813.
También es recordada por ser la gran anfitriona de las tertulias de la
alta sociedad porteña en su casa de la actual calle Florida de Buenos Aires, o
en su quinta de San Isidro, hoy Casa Museo. En sus residencias se discutían los
asuntos políticos más candentes de la época. Pasaron por allí los hombres que
tomaban decisiones políticas fundamentales acerca del futuro de la Patria.
Defensora de sus derechos
Cuando Mariquita tenía apenas 14 años, su padre -que había
"arreglado" el futuro matrimonial de la niña- organizó la fiesta de
compromiso para anunciar el casamiento de su hija con Diego del Arco, quien
tenía alrededor de 50 años de edad. Mariquita, en un acto de rebeldía
inusual para la época (y en defensa de sus derechos), le dijo a sus padres que
no se casaría porque estaba enamorada de su primo segundo Martín Thompson.
El hecho fue el mayor escándalo social del año 1801 en Buenos Aires.
Con las cosas como estaban, sus padres recluyeron a Margarita en La
Santa Casa de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, un lugar de
meditación e introspección, y donde muchos padres o maridos enviaban a las
mujeres "desobedientes" a reflexionar. Cuando Mariquita, luego del
retiro, volvió a su casa. Ante la negativa de sus padres de otorgar el
consentimiento para su matrimonio con Thompson, inició un juicio por
disenso ante el Virrey Sobre monte. El trámite llevó cerca de un año,
finalmente el virrey le otorgó el permiso para su casamiento.
Una mujer rupturista:Mariquita era una mujer capaz de romper con las
normas de su tiempo; se animó a desafiar la autoridad paterna con apenas 14
años, en una época donde las mujeres obedecían primero al padre y después al
marido. Se relacionó con hombres notables como Juan Martín de Pueyrredón,
Nicolás Rodríguez Peña, Carlos María de Alvear. Fue partidaria de la
independencia, con una vida política activa que la llevó, también, a ser amiga
de Rivadavia. Su libertad de pensamiento le permitía declararse federal
y, al mismo tiempo, propiciar la intelectualidad de la Generación del '37.
Muy amiga de Rosas, sin embargo, se refugió en Montevideo por miedo a ser
perseguida por el Restaurador.
Mariquita integró la Sociedad de Beneficencia que estuvo, entre otras
cosas, al mando de la administración del Hospital de Mujeres, de la Casa Cuna,
la cárcel de mujeres y la escuela de huérfanas.
Sus ideas rupturistas la llevaron a cuestionar la idea clásica del
matrimonio indisoluble diciendo que "es una barbaridad atarse a un
martirio permanente"
Cuatro mujeres, entre
muchas, que se abrieron paso en el relato histórico sobre las luchas
emancipadoras en Latinoamérica: Juana Azurduy. María Remedios del Valle. María
Magdalena, Güemes. Mariquita, Sánchez de Thompson.
Gesta
libertadora
Guerra de
la independencia .4 historias de mujeres” VALIENTES”
Fueron
espías, enfermeras, soldados lavanderas, Miles de mujeres hicieron propios los
desafíos de su tiempo y contribuyeron de
manera fundamental en la causa por la independencia. De cara al 9 de julio
desde las, distintas áreas se tratarán de rescatar la lucha de estos cuatros
mujeres.
El Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816 aprobó la Declaración de la
Independencia de las Provincias Unidas en Sud América del rey Fernando VII, sus
sucesores, metrópoli y de toda otra dominación extranjera. La
independencia significó, para las Provincias Unidas del Río de La Plata, la
separación definitiva de la Corona española y el camino hacia la formación del
Estado Nacional, que se concretó con la sanción de la Constitución Nacional
Argentina de 1853.
Cuando se recuerda la guerra por la independencia nos imaginamos campos
de batalla poblados de hombres. Sin embargo, miles de mujeres asumieron
diferentes roles en la gesta libertadora. Fueron espías, enfermeras,
soldados, lavanderas. Desde el barro de los combates u otros espacios hicieron
propios los desafíos de su tiempo y contribuyeron de manera fundamental en la
causa por la independencia.
En 1810, la primera expedición por la independencia partió, desde Buenos
Aires, hacia el Alto Perú, entre las filas de hombres iba una mujer liberta, de
origen africano, que acompañaba a su marido y a sus dos hijos. Se llamaba María
Remedios Del Valle. Por su inigualable contribución a los ideales de libertad
el general Gregorio Aráoz de Lamadrid no dudó en decir que esta mujer merecía
ser nombrada como "la Madre de La Patria". María luchó en las
batallas más resonantes por la independencia, combatió en Huaqui, estuvo
junto a Belgrano -quien la nombró capitana- en los triunfos de Tucumán y Salta
y en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.
María Remedios del Valle, de origen africano, peleó a las órdenes de
Manuel Belgrano.
En los combates recibió seis heridas de bala. Atendió y
alimentó a los heridos a la vez que perdió en el campo de batalla a su esposo y
a sus hijos. ¿Qué más podía entregar o qué más era posible perder? Sin embargo,
en cuestiones de guerra el sufrimiento humano no tiene límites: María cayó
prisionera durante la batalla de Ayohuma, fue azotada públicamente por nueve
días. Finalmente, logró escapar.
Cuando "la parda", como le decían, volvió a Buenos
Aires, el Estado había dejado de pagarle el sueldo de capitana. María
deambulaba por las calles vendiendo pasteles y pidiendo limosna. La historia
cuenta que, cierto día, Juan José Viamonte la reconoció en la puerta de una
iglesia y exclamó: "Es la capitana, la Madre de la Patria". El
diputado empezó las gestiones para que se hiciera justicia con María.
Finalmente, en 1828, la Sala de Representantes le concedió el sueldo de capitán
de Infantería. Cobraría la suma de 30 pesos al mes, un salario miserable
teniendo en cuenta que un kilo de yerba costaba aproximadamente 70 centavos. Si
bien se pensaron algunos proyectos para reivindicar a la Madre de La Patria, lo
cierto es que pasaron al olvido.
María Magdalena Güemes: espía y mediadora
Con una madre descendiente de conquistadores y un padre funcionario de
la Corona española, Macacha, como le decían, hermana del conocido caudillo
Martín Miguel de Güemes, formaba parte del exclusivo círculo de la
élite salteña. Las fuentes históricas coinciden en destacar la unión de los
hermanos, desde la infancia y por el resto de sus vidas. Juntos se involucraron
en la gesta de la independencia. Los "infernales" de Güemes eran el
ejército de gauchos que los hermanos organizaron y sumaron a la causa.
María se convirtió en una experta espía: con otras mujeres
coordinaban arriesgadas misiones de inteligencia. Es sabido que escondían en
sus vestidos mensajes con información sobre los realistas que hacían llegar al
ejército. Este equipo de espionaje popular fue muy eficaz en complicarle la
vida al enemigo.
Cuando, en 1815, Martín de Güemes fue elegido, por voluntad popular,
gobernador de Salta, Macacha se convirtió en el verdadero ministro de su
hermano, intervenía en los actos públicos, en los asuntos de guerra,
montando a caballo y arengando a las tropas.
En 1816, ante el conflicto entre José Rondeau y Martín de Güemes que
estaban a punto de enfrentarse, Macacha actuó como mediadora. A
raíz de la conciliación se firmó la "Paz de los Cerrillos", en el que
se estableció que Salta seguiría con sus métodos de guerra gaucha bajo la
conducción de Güemes y brindaría auxilio a las tropas enviadas desde Buenos
Aires.
Macacha adhirió al partido federal, y siguió participando de la política
hasta 1840.
ana Azurduy: la guerrera
El hogar de los Azurduy, en una hacienda cerca de Chuquisaca (hoy,
Bolivia), no estaba formado por un matrimonio convencional propio de la época
colonial. Matías Azurduy provenía de una familia española con privilegios y se
había casado con Eulalia Bermudes, de sangre mestiza. En el invierno de 1780 se
convirtieron en los padres de Juana, quien desde muy joven abrazaría
las causas revolucionarias.
Juana Azurduy.
La pequeña Juana quedó huérfana a los 7 años, entonces, pasó
al cuidado de sus tíos. Durante un tiempo estuvo internada en un convento de
monjas, pero por su carácter rebelde fue expulsada. En 1805 se casó con el
hacendado Ascencio Padilla, vecino de las tierras de Juana. Eran tiempos
felices, pero los dos querían luchar por la libertad, por eso, sus vidas
fueron tan turbulentas como dramáticas. El matrimonio, muy pronto, se perfiló
como revolucionario durante las rebeliones de Chuquisaca y La Paz, actual
Bolivia (en ese entonces territorio del Virreinato del Río de La Plata).
Mientras tanto, en 1810, en Buenos Aires, capital del virreinato, se
concretaba la Revolución de Mayo. Ese mismo año se inició la guerra por la
independencia de las Provincias Unidas del Río de La Plata. Fue así que, cuando
las tropas de Balcarce llegaron al Alto Perú para combatir con los realistas
(españoles) en Suipacha, la pareja de caudillos Padilla Azurduy se sumó a la
causa independentista en esta batalla, que fue el primer triunfo de las fuerzas
revolucionarias.
En los campos de batalla
La historia de Juana demuestra el importante, y activo, rol de las
mujeres en el proceso por la independencia. Continuando con sus actos heroicos,
luchó en la dura derrota de Huaqui (1811), y después de este combate fue
prisionera de guerra junto a sus hijos, luego rescatados por su esposo. La
casa, bienes y tierras de los Padilla fueron confiscados por los realistas.
Luego siguió combatiendo bajo las órdenes de Belgrano. Juana organizó el
"Batallón de Leales" con el que participó en la derrota de Ayohuma.
Tal fue el papel preponderante de esta guerrera que Belgrano, en
reconocimiento a su lucha incansable, le entregó su sable, luego del triunfo en
el combate del Villar (1816). El gobierno de Buenos Aires, a
instancias de Belgrano, la asciende a teniente coronela, la única mujer
que recibió este honor por parte del Ejército Argentino.
Juana, con su chaqueta roja de franjas doradas y sombrero con plumas
azules y blancas, luchó en el barro de los campos de batalla por la defensa de
la patria mientras lo iba perdiendo todo; sus cuatro hijos murieron
durante las crueldades de la guerra. Estaba embarazada de su quinto hijo
cuando fue herida y cayó prisionera en el combate de La Laguna. Su marido logró
rescatarla, pero a él le costó la vida.
Finalmente, ante el nuevo escenario militar de abandonar la ruta
altoperuana Azurduy se une al caudillo Juan Martín de Güemes, y a la muerte de
éste Juana vivió el resto de sus días en la pobreza. La Flor del Alto Perú,
como la bautizó la canción con la voz de Mercedes Sosa, igual que tantas otras
mujeres (y hombres) indispensables de nuestra historia nacional, conoció la
ingratitud de ofrecerlo todo sin recibir un reconocimiento justo.
Mariquita Sánchez
de Thompson: una mujer que peleó por sus derechos a los 14 años
No todas las mujeres destacadas de esta época lucharon en los campos de
batalla. María Josefa Sánchez ejerció su influencia desde la comodidad
aristocrática de su casa. Mariquita es bien conocida porque la tradición
histórica atribuye que en su casa se cantó por primera vez, el 14 de
mayo de 1813, el Himno Nacional Argentino, con letra de Vicente López y Planes
y música de Blas Parera. Existen dudas al respecto, aunque el relato
tradicional ha quedado en la memoria colectiva.
El himno se "estrenó" en casa de Mariquita Sánchez de Thompson
el 14 de mayo de 1813.
También es recordada por ser la gran anfitriona de las tertulias de la
alta sociedad porteña en su casa de la actual calle Florida de Buenos Aires, o
en su quinta de San Isidro, hoy Casa Museo. En sus residencias se discutían los
asuntos políticos más candentes de la época. Pasaron por allí los hombres que
tomaban decisiones políticas fundamentales acerca del futuro de la Patria.
Defensora de sus derechos
Cuando Mariquita tenía apenas 14 años, su padre -que había
"arreglado" el futuro matrimonial de la niña- organizó la fiesta de
compromiso para anunciar el casamiento de su hija con Diego del Arco, quien
tenía alrededor de 50 años de edad. Mariquita, en un acto de rebeldía
inusual para la época (y en defensa de sus derechos), le dijo a sus padres que
no se casaría porque estaba enamorada de su primo segundo Martín Thompson.
El hecho fue el mayor escándalo social del año 1801 en Buenos Aires.
Con las cosas como estaban, sus padres recluyeron a Margarita en La
Santa Casa de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, un lugar de
meditación e introspección, y donde muchos padres o maridos enviaban a las
mujeres "desobedientes" a reflexionar. Cuando Mariquita, luego del
retiro, volvió a su casa. Ante la negativa de sus padres de otorgar el
consentimiento para su matrimonio con Thompson, inició un juicio por
disenso ante el Virrey Sobre monte. El trámite llevó cerca de un año,
finalmente el virrey le otorgó el permiso para su casamiento.
Una mujer rupturista :Mariquita era una mujer capaz de romper con las
normas de su tiempo; se animó a desafiar la autoridad paterna con apenas 14
años, en una época donde las mujeres obedecían primero al padre y después al
marido. Se relacionó con hombres notables como Juan Martín de Pueyrredón,
Nicolás Rodríguez Peña, Carlos María de Alvear. Fue partidaria de la
independencia, con una vida política activa que la llevó, también, a ser amiga
de Rivadavia. Su libertad de pensamiento le permitía declararse federal
y, al mismo tiempo, propiciar la intelectualidad de la Generación del '37.
Muy amiga de Rosas, sin embargo, se refugió en Montevideo por miedo a ser
perseguida por el Restaurador.
Mariquita integró la Sociedad de Beneficencia que estuvo, entre otras
cosas, al mando de la administración del Hospital de Mujeres, de la Casa Cuna,
la cárcel de mujeres y la escuela de huérfanas.
Sus ideas rupturistas la llevaron a cuestionar la idea clásica del
matrimonio indisoluble diciendo que "es una barbaridad atarse a un
martirio permanente"
Hola Seño como estás todo bien soy dulce en la actividad n°3 no se lo que tengo que hacer me podría explicar
ResponderBorrarHola Seño como estás todo bien soy dulce en la actividad n°3 no se lo que tengo que hacer me podría explicar
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